De niña, viví en constante conexión con la naturaleza, el entorno que me ha rodeado me hizo amarla y cuidarla como a mí misma. Acostumbraba ir a los sembríos de casa, ahí donde siempre afloraban alguna semilla de flores en los cultivos, estar entre mariposas, abejas y los llamados cachi cachi (libélulas) era como vivir constantemente con seres mágicos, y al lado, el barro que podía sacar para moldear mis propios juguetes, entre hojas, tronquitos y piedritas del rio que encontraba hacia parte de mis tesoros cotidianos.

A medida que crecía, las piedras naturales formaron parte integral de mi camino, fue entonces paralelamente a mis estudios que, comencé a explorar con técnicas de alambrismo que había aprendido con artesanos callejeros, en aquel entonces, nunca me imaginé que podría dedicarme completamente a la joyería y como toda pasión, ningún conocimiento es suficiente, me fui formando con artistas independientes, orfebres de diferentes estilos de joyería,  perfeccionando mi arte y desarrollando mi propio lenguaje Orfebre. Me dí cuenta que la perseverancia y la pasión son fundamentales para dedicarse a un oficio como éste.